14 DE ABRIL. DÍA DE LA II REPÚBLICA

Cada 14 de abril multitud de organizaciones, ateneos, clubes, asambleas, partidos y organizaciones políticas, y demás colectivos celebramos el día de la proclamación de la II República Española. Son actos de conmemoración que no se deben abandonar, por su significado e importancia en la historia más reciente de nuestro país, y también porque con su celebración afianzamos el colectivo republicano. Ahora bien, no podemos hacer de nuestro republicanismo una permanente conmemoración de la II República y del fin de la misma a manos de la sedición encabezada por el general Franco. El ideal republicano tiene que estar dotado de contenidos.

Lo que debe ocupar al movimiento republicano actual es la República para el siglo XXI, una propuesta concretada en contenidos que sirvan para la construcción de un proyecto común en el que la ciudadanía sea el sujeto esencial de la actividad política que lleve a la proclamación de la III República Española. Una República concretada en contenidos, proyectos y programas que bien podían ser estos:

  • Los Derechos Humanos y los del Planeta.

  • República es Democracia plena e integral.

  • La Paz como objetivo, ámbito y programa.

  • Tenemos que hablar de Austeridad, y también de Decrecimiento.

  • La República es laica.

  • El Estado ha de ser Federal, plurinacional y solidario.

  • Europa e Iberoamérica: un mismo proyecto.

Avanzando en esa dirección, debemos valorar la II República como una experiencia de la que sacar consecuencias o incluso propuestas para hoy.

Pero la II República no fue un período de tiempo homogéneo; hubo tres períodos distintos. Uno, el primer bienio (1931-1933) en el que siendo presidente de la República Niceto Alcalá-Zamora y figura emblemática Manuel Azaña, es la coalición Republicano-Socialista la que soporta el peso de la gobernabilidad.

El segundo período (1933-1936) lo constituye el gobierno republicano conservador surgido tras el triunfo electoral de las derechas en abril de 1933. Es el llamado Bienio Negro, bajo el gobierno de Lerroux y el Partido Republicano Radical con apoyo de la derechista CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de Gil Robles, en el que se cuestionan todas las políticas del período anterior. Durante ese gobierno tienen lugar dos acontecimientos; uno terrible, la cruel represión de la Huelga Revolucionaria de Asturias llevada a cabo con la intervención del general Franco para sofocarla; y otro alentador, el acceso de la mujer al voto.

Y, por último, está el llamado Frente Popular (febrero de 1936 a abril de 1939). El recuerdo de lo ocurrido durante el Bienio Negro, y las funestas consecuencias para la izquierda, hizo reconsiderar a muchas organizaciones su postura abstencionista. Con el impulso de Azaña, que sustituye como presidente a Alcalá-Zamora, se consiguió una amplia alianza electoral compuesta por Izquierda Republicana, Unión Republicana, Ezquerra Republicana de Catalunya, PSOE-UGT, Federación Nacional de Juventudes Socialistas-PCE, Partido Sindical, y el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Esa Alianza se presentó a las elecciones del 16 de febrero de 1936 con el nombre de Frente Popular. La participación fue del 72,95%; de los 473 Diputados del Congreso, el Frente Popular obtuvo 286 y el Frente Nacional Contrarrevolucionario 141.

Tras la victoria del Frente Popular y la derrota de Gil Robles y la CEDA en las elecciones, hubo el primer intento de “golpe de estado” por parte de la derecha que contaba con los generales Fanjul, Goded, Franco y Mola. El intento fracasó el mismo febrero de 1936.

La conspiración militar alentada y apoyada por la CEDA de Gil Robles, otras fuerzas de la derecha y los monárquicos, finalmente llevaron a cabo el golpe de estado contra el gobierno legalmente constituido entre el 17 y el 18 de julio, habían trascurrido solo 5 meses de la victoria en las urnas del Frente Popular.

De la experiencia de la II República debemos sacar algunas consecuencias, la más clara de ellas es que tuvo en su origen un gran apoyo popular, algo que los partidarios de la III no debemos olvidar nunca. También debemos analizar los errores, que los hubo, para aprender de ellos. Pero eso daría para un debate más profundo con el apoyo de personas mucho más preparadas. Solamente diremos, con gran atrevimiento por nuestra parte, que el origen de esos errores fue que la República tuvo que afrontar el espejismo de confundir Gobierno con Poder. Las organizaciones políticas y sindicales de los trabajadores eran fuertes y bien organizadas; pero las fuerzas reaccionarias de la Restauración y la Dictadura tenían el poder económico, nunca cuestionado por la legalidad, ni por los elementos republicanos más conservadores.

Ahora bien, y a pesar de los errores, no hay duda alguna de que se produce un avance profundo en las políticas que constituyen la II República.

Así fue, y por esa razón vamos a transcribir algunos de los Artículos de esa Constitución que indicaban los nuevos tiempos y las aspiraciones de la mayoría.

El artículo 1º introduce toda una concepción de alcance en los terrenos de los social al afirmar que “España es un República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia”.

El artículo 2º es contundente: “Todos los españoles son iguales ante la ley”.

La cuestión de la laicidad se resuelve en el artículo 3º. “El Estado español no tiene religión oficial”.

La apuesta decidida por un orden internacional pacífico se manifiesta en el artículo 6º cuando se afirma: “España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional”.

En el artículo 7º se reconoce el Derecho Internacional: “El Estado español acatará las normas universales del Derecho Internacional, incorporándolas a su derecho positivo”.

Avanzando un poco más vemos que el artículo 11º facilitaba la constitución de entidades autónomas.

Y si seguimos avanzando nos encontramos con el artículo 77 por el que España se vinculaba a las decisiones de la Sociedad de Naciones (precursora de la ONU), incluso en el caso de sufrir una agresión armada por parte de cualquier potencia.

Con citar solo esos artículos, ya nos hacemos una idea clara de lo que la II República supuso. Pero no vamos a olvidar, desde luego, los avances en la educación y derechos sociales que fueron los protagonistas del primer período.

La II República supuso el mayor intento regenerador y educador que siempre había habido en España, protagonizado por una corriente de personas que dicen que el progreso de España pasa por estudiar, por trabajar, por elevar el espíritu de las masas. Todo esto lo recoge la República, y lo recoge bien. Joaquín Costa lo dice muy claro en su lema “despensa y escuela”.

La enseñanza es el eje sobre el cual gira toda la política del Estado. Con evidencias como las misiones pedagógicas que recorrieron la España rural o Federico García Lorca y su difusión del teatro entre el pueblo con su espectáculo ambulante “La Barraca”.

No hay que ser un lince para adivinar que aquella escuela laica tenía que chocar con un entono clerical, caciquil, ignorante y orgullosamente ignorante, que es lo peor. Todo eso trajo enfrentamientos y actos crueles como los que se narran con tanta crudeza a la vez que con tanta sensibilidad en la película “El maestro que prometió el mar”. Película, que, a mi entender, debería ser obligatorio su visionado en las escuelas e institutos de este país. Esos enfrentamientos condujeron al terminar la Guerra Civil a decir que “la guerra la ganaron los curas y la perdieron los maestros de escuela”.

Para terminar. Más allá de manifestaciones, actos, banderas, pulseras, tazas, camisetas, gorras…ocupémonos de llenar de contenidos el ideal republicano.

SALUD Y REPÚBLICA.

 

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